Memoria de Bryce o lectura personal. Y no sé si al final del recuento parcial de tu vida imparcial, he de reír o de llorar. ¿Acaso no es lo mismo?. Porque desde la foto en la solapa, tu rostro (toda tu cabeza, además) aparece sonriente, pero con una cercanía al llanto entre tus ojos brillantes y el tropel de arrugas musculares poniendo círculos a tu boca. Además te vengo conociendo desde Un mundo para Julius, que es como si te dijera de toda la vida. (Claro que también te di la mano; por cierto que estaba comiendo unos tumbarranchos y éstos tienen la cualidad de ser muy grasosos, pero como ya te conocía supuse que no te importaría pringarte la mano, y te la di cuando el poeta César David Rincón, en su búsqueda de público para ti, que estabas en Maracaibo, que es una ciudad de Indias, pero de las menores, nos fue a buscar a la esquina del Hospital Central, allá en lo que queda del centro y donde venden los mejores tumbarranchos de la bolita del mundo: Tumbarrancho, léase arepa rellena con mortadela y pasada por huevo y harina y después lanzada a una paila con aceite hirviendo, de donde se saca, ya frita y se le pone en una raja hecha al efecto queso blanco, por supuesto, y verduras, lechuga y tomate por supuesto, y la consabida salsa; estaba en que el César nos fue a buscar y vos estabas con él de tan asustado, como siempre, para que te fuéramos a oír, y muerta de la risa sólo de verte te di la mano llena de grasa, ni te acuerdas por cierto, y es que uno también se asusta Bryce pero ante la apuesta de los amigos ¿a que no le dais la mano? y yo ¿a que sí?, pues ni modo, el susto se pasa con el bocado de tumbarrancho y esa fuerza que es la locura y que es patrimonio de los tímidos; después de eso pagamos y los seguimos hasta la Secretaría de Cultura del Estado, qué horror, al poeta César y a vos, que ibas como siempre recargado de espaldas y te oímos. Chao). Mi hija se rió conmigo, cuando me retorcía en el chinchorro con tu memoria entre las manos: tanta risa me hizo salir lágrimas. Será, Brais, que tanto humor es para tanta desilusión y tristeza: única forma de tratar la vida. Humor y tristeza ¿acaso no es lo mismo?. Esa manera para la palabra, ese lugar imprevisto mientras se acercan los ojos: siempre lugar de asombro. Echenique, me parece, en definitiva (?), un asunto de colocación: tu palabra y vos, vos y tu palabra, Echenique, Brais, Bryce, Alfredito, o lo que sea, pues. Y es que tu palabra y vos son un asunto de colocación: un lugar imprevisto, un asombro, etcétera. Colocación de la tristeza y del humor: perdido en Indias, cual hijo de inglés de Inglaterra, pero con casa (por construir) de estilo virginiano. Tanta mudanza europea, mientras buscas tus Indias (ojo) personales, para terminar vacacionando en ese pulmón estacionado en los Andes y que tú llamas el Perú. Todo un asunto. El punto es que qué se le va a hacer, porque "no es triste la verdad, lo que no tiene es remedio". Alfredito como que ahí están el humor y la tristeza. Lo demás son los amigos. Que a veces también. (¡Oh sabiduría!) (Está colgando esta última frase). Te fijais!.
Memoria de Bryce o lectura personal. Y no sé si al final del recuento parcial de tu vida imparcial, he de reír o de llorar. ¿Acaso no es lo mismo?. Porque desde la foto en la solapa, tu rostro (toda tu cabeza, además) aparece sonriente, pero con una cercanía al llanto entre tus ojos brillantes y el tropel de arrugas musculares poniendo círculos a tu boca. Además te vengo conociendo desde Un mundo para Julius, que es como si te dijera de toda la vida. (Claro que también te di la mano; por cierto que estaba comiendo unos tumbarranchos y éstos tienen la cualidad de ser muy grasosos, pero como ya te conocía supuse que no te importaría pringarte la mano, y te la di cuando el poeta César David Rincón, en su búsqueda de público para ti, que estabas en Maracaibo, que es una ciudad de Indias, pero de las menores, nos fue a buscar a la esquina del Hospital Central, allá en lo que queda del centro y donde venden los mejores tumbarranchos de la bolita del mundo: Tumbarrancho, léase arepa rellena con mortadela y pasada por huevo y harina y después lanzada a una paila con aceite hirviendo, de donde se saca, ya frita y se le pone en una raja hecha al efecto queso blanco, por supuesto, y verduras, lechuga y tomate por supuesto, y la consabida salsa; estaba en que el César nos fue a buscar y vos estabas con él de tan asustado, como siempre, para que te fuéramos a oír, y muerta de la risa sólo de verte te di la mano llena de grasa, ni te acuerdas por cierto, y es que uno también se asusta Bryce pero ante la apuesta de los amigos ¿a que no le dais la mano? y yo ¿a que sí?, pues ni modo, el susto se pasa con el bocado de tumbarrancho y esa fuerza que es la locura y que es patrimonio de los tímidos; después de eso pagamos y los seguimos hasta la Secretaría de Cultura del Estado, qué horror, al poeta César y a vos, que ibas como siempre recargado de espaldas y te oímos. Chao). Mi hija se rió conmigo, cuando me retorcía en el chinchorro con tu memoria entre las manos: tanta risa me hizo salir lágrimas. Será, Brais, que tanto humor es para tanta desilusión y tristeza: única forma de tratar la vida. Humor y tristeza ¿acaso no es lo mismo?. Esa manera para la palabra, ese lugar imprevisto mientras se acercan los ojos: siempre lugar de asombro. Echenique, me parece, en definitiva (?), un asunto de colocación: tu palabra y vos, vos y tu palabra, Echenique, Brais, Bryce, Alfredito, o lo que sea, pues. Y es que tu palabra y vos son un asunto de colocación: un lugar imprevisto, un asombro, etcétera. Colocación de la tristeza y del humor: perdido en Indias, cual hijo de inglés de Inglaterra, pero con casa (por construir) de estilo virginiano. Tanta mudanza europea, mientras buscas tus Indias (ojo) personales, para terminar vacacionando en ese pulmón estacionado en los Andes y que tú llamas el Perú. Todo un asunto. El punto es que qué se le va a hacer, porque "no es triste la verdad, lo que no tiene es remedio". Alfredito como que ahí están el humor y la tristeza. Lo demás son los amigos. Que a veces también. (¡Oh sabiduría!) (Está colgando esta última frase). Te fijais!.
4 comentarios:
Memoria de Bryce o lectura personal.
Y no sé si al final del recuento parcial de tu vida imparcial, he de reír o
de llorar. ¿Acaso no es lo mismo?. Porque desde la foto en la solapa, tu
rostro (toda tu cabeza, además) aparece sonriente, pero con una cercanía al
llanto entre tus ojos brillantes y el tropel de arrugas musculares poniendo
círculos a tu boca. Además te vengo conociendo desde Un mundo para Julius,
que es como si te dijera de toda la vida. (Claro que también te di la mano;
por cierto que estaba comiendo unos tumbarranchos y éstos tienen la cualidad
de ser muy grasosos, pero como ya te conocía supuse que no te importaría
pringarte la mano, y te la di cuando el poeta César David Rincón, en su
búsqueda de público para ti, que estabas en Maracaibo, que es una ciudad de
Indias, pero de las menores, nos fue a buscar a la esquina del Hospital
Central, allá en lo que queda del centro y donde venden los mejores
tumbarranchos de la bolita del mundo: Tumbarrancho, léase arepa rellena con
mortadela y pasada por huevo y harina y después lanzada a una paila con
aceite hirviendo, de donde se saca, ya frita y se le pone en una raja hecha
al efecto queso blanco, por supuesto, y verduras, lechuga y tomate por
supuesto, y la consabida salsa; estaba en que el César nos fue a buscar y
vos estabas con él de tan asustado, como siempre, para que te fuéramos a
oír, y muerta de la risa sólo de verte te di la mano llena de grasa, ni te
acuerdas por cierto, y es que uno también se asusta Bryce pero ante la
apuesta de los amigos ¿a que no le dais la mano? y yo ¿a que sí?, pues ni
modo, el susto se pasa con el bocado de tumbarrancho y esa fuerza que es la
locura y que es patrimonio de los tímidos; después de eso pagamos y los
seguimos hasta la Secretaría de Cultura del Estado, qué horror, al poeta
César y a vos, que ibas como siempre recargado de espaldas y te oímos.
Chao). Mi hija se rió conmigo, cuando me retorcía en el chinchorro con tu
memoria entre las manos: tanta risa me hizo salir lágrimas. Será, Brais, que
tanto humor es para tanta desilusión y tristeza: única forma de tratar la
vida. Humor y tristeza ¿acaso no es lo mismo?. Esa manera para la palabra,
ese lugar imprevisto mientras se acercan los ojos: siempre lugar de asombro.
Echenique, me parece, en definitiva (?), un asunto de colocación: tu palabra
y vos, vos y tu palabra, Echenique, Brais, Bryce, Alfredito, o lo que sea,
pues. Y es que tu palabra y vos son un asunto de colocación: un lugar
imprevisto, un asombro, etcétera. Colocación de la tristeza y del humor:
perdido en Indias, cual hijo de inglés de Inglaterra, pero con casa (por
construir) de estilo virginiano. Tanta mudanza europea, mientras buscas tus
Indias (ojo) personales, para terminar vacacionando en ese pulmón
estacionado en los Andes y que tú llamas el Perú. Todo un asunto. El punto
es que qué se le va a hacer, porque "no es triste la verdad, lo que no tiene
es remedio". Alfredito como que ahí están el humor y la tristeza. Lo demás
son los amigos. Que a veces también. (¡Oh sabiduría!) (Está colgando esta
última frase). Te fijais!.
Memoria de Bryce o lectura personal.
Y no sé si al final del recuento parcial de tu vida imparcial, he de reír o
de llorar. ¿Acaso no es lo mismo?. Porque desde la foto en la solapa, tu
rostro (toda tu cabeza, además) aparece sonriente, pero con una cercanía al
llanto entre tus ojos brillantes y el tropel de arrugas musculares poniendo
círculos a tu boca. Además te vengo conociendo desde Un mundo para Julius,
que es como si te dijera de toda la vida. (Claro que también te di la mano;
por cierto que estaba comiendo unos tumbarranchos y éstos tienen la cualidad
de ser muy grasosos, pero como ya te conocía supuse que no te importaría
pringarte la mano, y te la di cuando el poeta César David Rincón, en su
búsqueda de público para ti, que estabas en Maracaibo, que es una ciudad de
Indias, pero de las menores, nos fue a buscar a la esquina del Hospital
Central, allá en lo que queda del centro y donde venden los mejores
tumbarranchos de la bolita del mundo: Tumbarrancho, léase arepa rellena con
mortadela y pasada por huevo y harina y después lanzada a una paila con
aceite hirviendo, de donde se saca, ya frita y se le pone en una raja hecha
al efecto queso blanco, por supuesto, y verduras, lechuga y tomate por
supuesto, y la consabida salsa; estaba en que el César nos fue a buscar y
vos estabas con él de tan asustado, como siempre, para que te fuéramos a
oír, y muerta de la risa sólo de verte te di la mano llena de grasa, ni te
acuerdas por cierto, y es que uno también se asusta Bryce pero ante la
apuesta de los amigos ¿a que no le dais la mano? y yo ¿a que sí?, pues ni
modo, el susto se pasa con el bocado de tumbarrancho y esa fuerza que es la
locura y que es patrimonio de los tímidos; después de eso pagamos y los
seguimos hasta la Secretaría de Cultura del Estado, qué horror, al poeta
César y a vos, que ibas como siempre recargado de espaldas y te oímos.
Chao). Mi hija se rió conmigo, cuando me retorcía en el chinchorro con tu
memoria entre las manos: tanta risa me hizo salir lágrimas. Será, Brais, que
tanto humor es para tanta desilusión y tristeza: única forma de tratar la
vida. Humor y tristeza ¿acaso no es lo mismo?. Esa manera para la palabra,
ese lugar imprevisto mientras se acercan los ojos: siempre lugar de asombro.
Echenique, me parece, en definitiva (?), un asunto de colocación: tu palabra
y vos, vos y tu palabra, Echenique, Brais, Bryce, Alfredito, o lo que sea,
pues. Y es que tu palabra y vos son un asunto de colocación: un lugar
imprevisto, un asombro, etcétera. Colocación de la tristeza y del humor:
perdido en Indias, cual hijo de inglés de Inglaterra, pero con casa (por
construir) de estilo virginiano. Tanta mudanza europea, mientras buscas tus
Indias (ojo) personales, para terminar vacacionando en ese pulmón
estacionado en los Andes y que tú llamas el Perú. Todo un asunto. El punto
es que qué se le va a hacer, porque "no es triste la verdad, lo que no tiene
es remedio". Alfredito como que ahí están el humor y la tristeza. Lo demás
son los amigos. Que a veces también. (¡Oh sabiduría!) (Está colgando esta
última frase). Te fijais!.
Hola conoces www.myspace.com/barbaramunoz ????
Cariños
La verdad es que no dejas de maravillarme con esa mirada magica y valiente
no pares de hacer visibles tus aventuras por este mundo de luz
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