09 marzo 2010

Abuela

Concepción Gorgé Bañuls, era el nombre de mi abuela por parte de madre. Recuerdo su cabello blanco y largo recogido en un moño, sus lentes de pasta gruesa color marrón, sus vestidos oscuros y las tortillas con café con leche que nos preparaba. Tenía el hábito de fumar y de dormir siempre con un vaso de agua en la mesita de noche. Muy joven, y con tres hijos pequeños, enviudó y supe por mi mamá que trabajó en distintas tiendas. Vino a Venezuela a los 23 años y nunca más volvió a España, decía que para qué, si ya no conocería a nadie. De niña era traviesa, dormilona, y le gustaba el canto. Durante la guerra, ella y la tía Julia vendían dulces en la plaza Catalunya. Cuando llegué a Barcelona, sin saberlo, empecé a vivir en el mismo barrio donde ella se había criado, el Poble Sec. Barrio bullicioso, de vida vecinal, habitado por muchos caribeños y árabes actualmente. Un día encontré su edificio y la imaginé salir por el portón, asomarse por la ventana. Encontré su edificio y pensé en ella caminando por esta calle por la que camino, tocando la baranda de la escalera donde ahora se posa mi mano. 
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